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El Apellido: Nuestra Huella Histórica

 

 

Todos tenemos raíces e historia en nuestro apellido. Los romanos usaban el "praenomen", el "nomen" y el "cognomen". El primero era el que distinguía a cada individuo; el segundo, el de la familia, y cuando ésta era muy numerosa, se añadía el tercero.

Al pasar los años, la construmbre creó la necesidad de no poder vivir en sociedad sin el apellido. Con la caída del Imperio Romano, se pierde esta costumbre, y durante la dominación goda, volvieron los españoles a conocerse únicamente por su nombre propio. Después, y para diferenciarse unos de otros, añadieron a su nombre el de su padre en forma de patronímica, así, el hijo de Rodrigo, añadía a su nombre propio el de Rodríguez, el de Lope, lópez, etc. Más tarde empezó a usarse un tercer nombre, adoptando sitios, comarcas y lugares de donde eran naturales, como "del Campo", "de la Iglesia", etc.

Nada significa si fueran modestos o ilustres, obreros o paisanos, soldados o nobles. Ellos dieron la vida, y es hermoso encontrarlos y conocerlos, volver a conocer los lugares donde vivieron, sus profesiones, las acciones que les distinguieron,... El amor que nosotros tenemos hoy a nuestros los tendrían nuestros hijos, por eso, es importante proteger estos valores, porque es una riqueza que hay que entregar intacta a los descendientes, tal como nos la dejaron nuestros antepasados.

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